Javier de Quins.
Ribadavia 1977. Javier de Quins. Fotografía Pepe Lui.
Comentarios do autor.
Javier de Quins murió el 26/11/2008.
Estos son algunos testimonios y recuerdos de este personaje
único de Ribadavia.
Javier de Quins.
Voz de Galicia
(Texto enviado por Mimiá):
"Nunca fue concejal ni presidió
ninguna asociación. Nunca buscó fotos ni notoriedades. Su vida
se redujo a arrancar sonrisas de sus vecinos de O Ribeiro y, de
vez en cuando, alguna paga (remuneración periódica en efectivo)
con la que sufragar sus diversas actividades sociales. Así era
Javier Meiriño, más conocido como Javier de Quins, uno de los
personajes más populares de O Ribeiro. Allí repartía besos,
canciones de Falange o filípicas varias. Ayer, su buen corazón
dejó de latir a los 65 años. Hoy, a las 16:30 horas, será
enterrado en su pueblo natal. Ya nada será igual en la vida
cotidiana de Ribadavia. Faltará, para siempre, el entrañable
Javier de Quins."
Javier de Quins.
Andrés Andrade:
Si señor, Javier de Quines, una
institución. Yo que solo suelo ir a Ribadavia el 1 de Mayo, día
que decidimos los amigos reunirnos inexcusablemente,
Paco, Vitoiro, Carlos de Carballeda, Ferreira, y lo hacemos desde
hace mas de 27 años.
Este año en cuanto aparqué junto al club,
ya ví a Javier embalado hacía mi persona. Nada mas bajar del
coche ya vino con su "dame aljo,home, dame aljo". Caray Javier, sempre pidindo. Cala parvo, que fai un ano que non me das nada.
Después de esta respuesta y entre risas no me quedó mas remedio
que doblar la cuota. Era el tributo que tenía que pagar por
disfrutar de Ribadavia.
Javier de Quins.
Menacho García:
Adeus a un home popular do Ribeiro.
Nunha tarde deste pasado verán,
estaba sentado cun amigo nunha das terrazas que adoitan a poñer
os bares da praza Maior na rúa.
De súpeto, chega o Javier xunta nós, saca un billete de dez
euros do seu peto e llo entrega ao meu acompañante. Sen case
mediar palabra, da media volta e vaise, mentras o meu amigo
garda os cartos como si estivese esperando por eles.
Faltoume tempo para preguntarlle que era aquelo tan raro que eu
acababa de presenciar. Ata entón, eu pensaba que os cartos
sempre ian en dirección contraria, que era o Javier de Quins
quen os pedía, pero non ao revés.
Meu amigo explicoume que hai algún tempo lle abrira unha especie
de línea de creto. El dáballe os dez euros cando lle facía falta
diñeiro, pero coa a condición de que antes lle delvolvera os
anteriores. É dicir, os dez euros sempre eran os mesmos, o único
é que andaban danzando dun peto a outro, entre eles. Así, o
Javier tiña asegurada unha financiación para os seus gastos en
tempos de crise (polo que lle estaba moi agradecido) e o meu
amigo non gastaba un peso.
Hai que dicir que o meu amigo traballaou nun banco, agora está
xubilado.
Bueno, é unha anécdota simpática e curiosa coa a que quero
lembrar ao Javier. Que sempre me recordou coa súa figura delgada
e algo encorvada ao Carrabouxo.
D.E.P.
Javier de Quins.
Pepe Lui
Vaya. Si que lo siento. Entrañable personaje popular, que desde
que recaló en Ribadavia, regresado de no se sabe muy bien qué
desdichada emigraciòn, no dejó de pasear arriba y abajo,
interminable e incansablemente, la calle principal (o del
Progreso,...o José Antonio durante "a longa noite de pedra") de
la villa. Al principio a pie, bajar por la mañana, regresar por
la tarde noche. Más adelante, con algunas pelas en el bolsillo,
se tomaba la última línea para volver a dormir a su Quins natal.
Muchas veces lo veíamos subir, tras la ventanilla del bus con su
permanente visera calada hasta las orejas y su impertérrita
sonrisa, mientras hacíamos nuestros paseos vespertinos en
dirección a la Almuiña.
Sus
primeros tiempos fueron un tanto llamativos, tal vez porque en
los pueblos cualquier cosa que pase, por pequeña que sea, acaba
magnificándose. Era cuando después de unos cuantos paseos arriba
y abajo, siempre acelerado, parecía como si entrara en una
especie de trance y un impulso irrefrenable le llevaba a entrar
compulsivamente en alguna de las pocas cabinas telefónicas para,
luego de haber descolgado aunque no introducido moneda alguna ni
siquiera haber simulado marcar, se entregaba durante apenas un
minuto (o dos a lo sumo) a una perorata digna de un discurso de
un Groucho Marx acelerado. Recuerdo una vez en que se oía como
pedía que le pusieran con el Pentágono o la Casa Blanca, para
luego solicitarles cobertura aérea para bombardear no recuerdo
qué objetivos. Una vez pasada esa "crisis" salía de la cabina
como si tal cosa y como si nunca hubiera entrado. No creo que
supiera muy bien lo que había pasado exactamente allí dentro
durante ese minuto.
Con el tiempo todo el mundo se acostumbró a
sus rarezas y llegó a formar parte del paisaje urbano de la
villa. Ya era extraño el día que a Javier no se le veìa
deambular arriba y abajo por la calle principal. Es curioso,
apenas se le vió recorrer otras calles. Era un devoto de la
calle del Progreso.
No sè si esto es una metáfora o tiene algún significado. Pero el
caso es que Javier recorría diariamente el PROGRESO hacia
arriba... pero también cara abajo. Y con la misma celeridad. Al
final, como todos sabemos, eso no le llevó a ningún sitio.
Ya fumaba compulsiva y continuamente. Y cuando no pedia
dinero te pedìa tabaco. Y el tabaco se lo fumaba y bien que se
lo fumaba, hasta el ùltimo rescoldo. Y el dinero se lo gastaba
con bastante frecuencia en las màquinas tragaperras, de las que
dan màs dinero...o se lo quedan. Tabaco, màquinas tragaperras y
pasear eran sus ùnicos vicios, que yo recuerde, y si es que se
les puede llamar vicios. A mi me llamaba "barbas" porque en la
època en que apareciò por vez primera en Ribadavia acostumbraba
a dejàrmela. Luego màs adelante aunque preferìa afeitarme me
seguìa llamando igualmente "barbas" .." oe, barbas, oe ... dàme
aljo, dèixame dez pesos ¿no tès màis?..." "..que non Javier que
non teño nada, non levo nada.." " ¿non tès? mira ben... mira si
tes aljo!..". Tambien eran antològicas sus peroratas casi
ininteligibles mezcladas con maldiciones de todo tipo elevando
la voz y mirándote atravesado mientras emprendía su camino,
cuando se veìa contrariado en sus pretensiones, o sea cuando no
recibìa un dinero que esperaba recibir después de alguno de sus
cèlebres "sablazos", cuando y desde una distancia a veces
considerable te avistaba y gritando tu nombre o simplemente con
interjecciones y con los dos brazos extendidos se dirigía a toda
pastilla hacia su objetivo. También cuando recibìa unas monedas
la cara de contento que se le ponía era digna de enmarcar. Nada
lo hacìa màs feliz, aparentemente.
En fin, otro más que se nos va y definitivamente. Hace poco
nos dejaba también otro ribadaviense con el que hemos compartido
muchas cosas, el Rubén.
Descansen en paz.
Javier de Quins.
Álvaro García:
Pues sí que lo siento. Como siento
lo de Rubén. Además recuerdo un cierto nexo entre los dos:
Javier se pasaba mucho tiempo sentado en los bancos de piedra
que están debajo de la casa de Rubén (la del padre), entre el
cruce y el puente.
Y, mea culpa, me temo que, en parte, el “impulso irrefrenable le
llevaba a entrar compulsivamente en alguna de las pocas cabinas
telefónicas…” que menciona Pepe Lui en su magnífico mensaje,
estaba muchas veces provocado por los niños que sabiendo su
“enganche mental” le preguntábamos “Qué Javier, ¿xa falaches cos
americanos?”. Poco después entraba para iniciar su monólogo con
el Pentágono en la cabina que estaba allí, al lado de los dos
bancos de piedra de debajo de la casa de D. Rubén.
Muy buena también tu anécdota, Miguel.
Y gracias a Mimiá por darnos a conocer la noticia, aunque sea
triste.
Efectivamente, Ribadavia no volverá a ser la misma. Como no lo
es desde que desaparecieron los cines, la imprenta, la feria en
el campo de la idem, etc…
Javier o de Quins.
JAVIER O DE QUINS - Paco Rego
Cuando una alma turbada acudía a Freud en busca de sosiego, el
psicoanalista vienés sentaba aquel cuerpo en un diván y esperaba
a que el cliente cantara. De tal experiencia nació casi todo lo
que sabemos acerca de las pasiones. A Javier, O de Quins, le
bastaba, en cambio, extender la mano y sopesar la calderilla.
Había aprendido en la calle. Le bastaba una sola moneda para
calibrar con rara precisión las entrañas del personal. Un sólo
céntimo dividía el mundo entre buenos y malos. Sabía, desde
tiempo atrás, que todo hombre tiene un precio. Él, también.
Javier, O de Quins, costaba lo que una propina. Pedía para
alimentar a otros. Cuando había juntado un puñado de monedas
enfilaba sus pasos hacia la tragaperras más próxima y se lo
jugaba todo a un trébol luminoso. Javier llevaba el juego en la
sangre. Por eso patrullaba la calle del Progreso, en Ribadavia,
a la caza de la caridad. Dicen que mucho antes de llegar al
pueblo, en sus tiempos de emigrante en Europa, fue un bala
perdida. Que las mujeres y algún vicio más duro que el juego
habían arruinado su mente y su cartera. Y que de regresó a la
aldea dejó por el camino los recuerdos que aún le quedaban de
aquellos días de vino y rosas. Con ellos se fue para siempre la
otra noche. Lo supe a la una de madrugada por teléfono mientras
me hablaban de otra historia del pueblo. Luego leí en este
concurrido foro los obiturios de quienes le conocieron. Y
recordé que mucho antes de que Aznar, José María, presumiera de
tener hilo directo con Washington, hubo un tipo más serio que el
ex presidente que exigía tanques al Pentágono desde una cabina
telefónica de Ribadavia. Así fue como le conocimos. Luego
vendrían sus voces y cabreos: "Maricón, maricón, maricón" o "me
cago no carallo, me cago no carallo, me cago no carallo". Gritos
de desconsuelo, todos, que sólo enmudecían cuando el rin-rin de
una tragaperras anunciaba premio. Javier era, entonces, feliz.
Javier de Quins, en Ribadavia, saliendo de la cabina
telefónica, seguramente de hablar con el Pentágono o la Casa
Blanca. Fotografías facilitadas por Pepe Lui. 1977.
Comentarios do autor.
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Posteriormente La Región, xaneiro do 2009, publica
un texto co título "Ribadavia recuerda a Javier de Quins",
pedindo un recoñecemento a Javier de Quins, que
podedes leer
neste link e que motivou no noso foro unhas intervencións
non precisamente a favor xa que efectivamente a hora de poñer
placas ou nomes de rúas ou plazas hai máis xente en Ribadavia
con máis méritos que Xavier de Quins, penso que o tema está
claro e dende logo é evidente...